Molino Del Viento
El Molino que está por debajo del Pilar de la Fuente grande lo conocí yo hacer nuevo siendo de mui pocos años de edad, pero con lo poco que entendía y lo que comprehendí después de mis mayores, y a mi Padre fue como sigue.
Como por el año de 1798 o uno o dos después, habiendo en dicho sitio dos huertos perdidos que no había muchos años que los habían dejado de hortalizar, según los antiguos con quien yo traté que lo conocieron, y decían criarse en ella la mejor granada, e higos, y hortalizas que había en este término, siendo él un cercado de la capellanía de Gonzalo Vázquez, y el otro cercado o huerto perdido propio de Don Juan Sixto De Ortega, Clérigo de la Parroquia de esta villa, y natural de ella, y hombre rico. Éste dio en que había de hacer en dicho sitio el Molino, y por más que los hombres de algún ingenio de aquel tiempo le decían que tenía poco agua (pues no tenía más que la que larga el pilar) y que con el mismo costo podía hacerlo abajo en el Río, no hubo forma de desvanecerle al dicho Señor Clérigo su proyecto; al fin lo empezó y acabó. Le costó su hechura diez y ocho mil reales y molió tan sólo dos fanegas de cebada, y no volvió a moler más de forma que le costó cada fanega de molienda nueve mil reales.
El caso fue ése: como estaba tan alto y tenía por esta razón mucho peso, y como el agua era poca tenía un cubo que con un esportón se le podía tapar la boca y un saetillo que con una naranja se hacía lo mismo. Con sola el agua del pilar nunca pudo moler. Esperaron a que lloviese, y moler con el agua que salía de las calles del lugar, y luego que llovió fue mucha la que era empezó a moler con mucha velocidad, y apoco rato con los trapos, y zapatos viejos que llevaba el agua se tapó (junto con el estiércol) el saetillo y se paró el Molino. Viendo esto intentó el clérigo echar una rejita a la entrada del agua de la presilla en el cubo como se echó; y nada adelantó porque en la reja que era mui junta se quedaban enredados los trapos, zapatos, sombreros viejos o pedazos, y otros escombros que llevaba el agua que despedían las calles y tanto se entapizaba la reja que no entraba agua en el cubo y nada podía moler. Y viendo esto desmayó el clérigo y no quiso hacerle más operaciones y lo dejó perder, y a los ratos y pedazos molió las dichas dos fanegas de cebada. Las dos piedras eran de Rota mui buenas, estas las echaron por la calleja del Palomar, y al bajarlas al Molino se les escapó una y fue rodando hasta el Pilar de la Fuente (el que mui pocos años antes se había hecho nuevo también) y lo partió al golpe por ser de los cañones o pileta.
Estas piedras las sacaron de allí pasados muchos años y se las llevaron atajada para sus molinos, y quien las vendió fue su amo, Don Josef María de León y Ortega, sobrino del dicho clérigo Don Juan Sixto, y lo que ha quedado al presente del dicho Molino que hacemás de 40 años que se hizo es solo su bóveda que es mui capaz, pero ésta y la presilla que es poco más que una alberca de una huerta se perderá presto porque le quitan los ladrillo y el agua lo carcome.
PEPE LUIS SANCHEZ
Departamento de Cultura
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